"Si alguno parece ser sabio en este siglo,
hágase simple, para ser sabio"
(1 Corintios 3:18).
La sabiduría es un don de
Dios. A Salomón le fue concedida como el deseo más grande de su corazón cuando
Dios le dio entre cualquier otro anhelo o sueño de su alma. El rey entonces
escogió la sabiduría y Dios lo bendijo concediéndosela juntamente con las
riquezas y prosperidad que no había solicitado. Él mismo dijo que "Jehová
da la sabiduría y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia" (Proverbios
2:6). En Proverbios 8:5, exhorta vívidamente: “Entended, simples”. Y
anteriormente en el capítulo 1:4, dice: “…para dar sagacidad a los simples.”
De
hecho, todo el libro de los Proverbios es una ampliación, con todas sus ricas
ramificaciones y derivaciones, de la enunciación de éste noble principio. En ciertos
pasajes, el sabio se transporta en alas de la poesía exaltando la sabiduría en
sentidas metáforas al conjunto de sentidos y emociones conque se perciben. Todo el
libro de los Proverbios insta a dejar la insensatez, la “simpleza” y apropiarse
de la sabiduría, la cual es “como medicina a tu ombligo y tuétano a tus huesos”
(3:8) y “presenta largura de días, años de vida… y paz” (3:2).
Pero
muchos siglos después el apóstol aconseja hacerse simple, a fin de encontrar la
sabiduría. No hay contradicción. Ambos hablan exactamente de la misma cosa. La sabiduría
a la que se refiere el sabio, es nada menos que el temor de Jehová (1:7), y obviamente,
a la que alude el apóstol es la “sabiduría de este mundo”. De ahí su receta a
la inversa: habrá que hacerse “simple” y como sordo e insensato a los reclamos
de esa supuesta “sabiduría” contraria a la ciencia de Dios. En el tiempo del apóstol,
tal “sabiduría” humana se había multiplicado y enriquecido con una sólida tradición
ya de carácter universal y las palabras habían mudado hacia mucho tiempo su uso,
respondiendo a nuevos significados. Pero la sabiduría de Dios sigue siendo la
misma y única sabiduría. No hay otra sabiduría. Lo demás es engaño, es
apariencia, es sofisma, es oropel y “heno y hojarasca” (1 Corintios 3:12) que
no resistirá muy pronto la gran prueba de fuego.
“El
temor de Jehová es el principio de la sabiduría. Los insensatos desprecian la sabiduría
y la enseñanza”.
Gloria Lozano-Castrejón
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