"’¿Señor, a quien iremos
?
Tú tienes palabras de vida eterna" (Juan 6:68).
La respuesta del apóstol a la
pregunta previa del Salvador es no solamente acertada, inteligente, sino sobre
todo tierna. Acertada porque no se sale del tema queriendo desviarlo hacia otro
asunto menos comprometedor. Inteligente porque no contesta con un sí o un no
absoluto con todo y sus absolutas consecuencias. Pero es sobre todo tierna,
porque brota en primer lugar de un corazón sincero, ya tocado por el Espíritu y
al que la comunión diaria con el Maestro ha enseñado a confiar. La pregunta del
Salvador puede parecernos un poco abrupta. Es una lástima que no podamos
escuchar el tono de voz al enunciarla: "¿Queréis iros vosotros
también?", les había preguntado. Y surgía así en toda su intensidad porque
"muchos de sus discípulos ya no andaban con él". ¿Por qué razón?
El Salvador se había revelado
como el Pan de Vida. No solamente como el pan de vida que al ser digerido se
convierte en músculo y sangre y vida para quien lo consume, lo cual en sí
constituye una bella metáfora. No. El Salvador se había identificado como el
Pan "Vivo" que descendió directamente del cielo. Su declaración no se
prestaba para confusión alguna. "El pan que yo les daré es mi carne, la
cual yo daré por la vida del mundo. Y si no comiereis la carne del Hijo del
Hombre y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (vers. 51).
Jesús estaba hablando entonces en términos más literales. Les dijo q no era
solamente un profeta que hablaba de Dios y les enseñaba el camino hacia Él. De
hecho les estaba diciendo que Él era el mismo Dios. Ël era el Camino. Él era la
Verdad. Él era la Vida. Pero sobre todo, Él era Dios.
Por eso el apóstol se
apresuró a contestar "y nosotros creemos y conocemos que tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios viviente" (vers. 69). ¿A quien iremos? ¿A donde
puede ir cualquier ser humano después de haber conocido el Camino y la Persona
de la salvación? ¿A dónde podría ir y llenar su corazón de paz y de convicción,
de esperanza y de consuelo?. ¿Por más que la duda asalte en un momento de
debilidad ; por más que la tentación logre escabullirse por alguna rendija de
la carne aún no santificada; por más que el camino parezca veces demasiado
largo; a donde más iremos? ¿A quien acudiremos? ¿Si despreciamos el indulto y
la acogida misericordiosa del rey, a cual de sus súbditos apelaríamos? Sólo
Jesús tiene la vida eterna.
Gloria Lozano-Castrejón
Jesus:
Comenzó su ministerio sufriendo hambre; y sin embargo, es el
Pan de Vida.
- Concluyó su ministerio sufriendo sed; y sin embargo, es el
Agua de Vida.
- Jesús sufrió el cansancio; y sin embargo, es nuestro
descanso.
- Jesús pagó tributo; y sin embargo, Él es el Rey.
- - Jesús fue acusado de tener un demonio; y sin embargo, sacó
fuera muchos demonios.
- - Jesús lloró; y sin embargo, enjuga y enjugará nuestras
lágrimas.
- Jesús fue vendido por treinta piezas de plata; y sin embargo,
redimió al mundo.
- Jesús fue traido como oveja al matadero; y sin embargo, es
nuestro Buen Pastor.
- Jesús murió; y sin embargo, a través de la misma muerte
destruyó el poder de la muerte.
Gregorio Nacianceno
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