lunes, 5 de mayo de 2014

LIBROS EN EL CIELO (3era Parte)



Para ampliar más acerca de los artículos publicados anteriormente quisiéramos en ésta oportunidad analizar varios textos muy interesantes del Antiguo Testamento que hablan acerca de los libros en el cielo.
 
El primer texto lo encontramos en Éxodo 32-31-33. Para situarnos en el marco de éste texto, al pie del monte Sinaí el pueblo de Israel había pecado grandemente contra Dios, habían hecho un becerro de oro y lo habían adorado, en consecuencia Moisés destruyó las tablas de la Ley Eterna de Dios. Este pecado, por supuesto enojó a Dios y Moisés se ofreció a ser mediador entre el pueblo y Dios. Moisés pidió a Dios que perdonara al pueblo y el pecado que había cometido, un pueblo duro que venía de muchos años de esclavitud y que había presenciado muchas veces la idolatría en Egipto.

Este pueblo había sido testigo presencial de las grandes maravillas que Dios hizo en su favor para liberarlos y aun así al pie del monte Sinaí le dieron la espalda y adoraron un ídolo de oro. Así también nosotros en ocasiones hacemos lo mismo, Dios nos bendice mucho y nos rodea de maravillas y somos desobedientes y le damos la espalda.

El texto dice: “Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro”. 

Aquí nos encontramos algo muy interesante, para éste tiempo ya existía un libro y tenía escrito el nombre de Moisés, y a la persona que comete pecado Dios tiene la potestad de borrar su nombre del libro.

El siguiente texto es Salmo 56:8: “Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro? Este texto nos enseña que en estos libros de Dios están consignados detalles tan íntimos de nosotros como las lágrimas que derramamos y además las causas que provocaron esas lágrimas.

Analizamos el siguiente texto que se encuentra en el mismo libro, Salmos 69:27-28; “Pon maldad sobre su maldad, Y no entren en tu justicia. Sean raídos del libro de los vivientes, Y no sean escritos entre los justos". Aquí ya se nos detalla el nombre del libro en donde estaba anotado el nombre de Moisés el cual es “El Libro de los Vivientes”, algunas otras versiones lo llaman “El Libro de la Vida”, y aquí David le pide a Dios que borre a los malvados de ese libro, por consiguiente los anotados en éste libro son los justos… ¿Cuáles justos? Los que han entrado en la justicia de Cristo. Explicaremos esto y con más detalle en el siguiente artículo.

Salmo 139: 13-16: “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas”.

Mientras nos estamos formando en el vientre ya el Señor sabe cuáles serán nuestras características físicas y están registradas fidedignamente en los libros, sin faltar detalle. Esto quiere decir que antes de ser formados Dios ya sabe cómo seremos; nuestro color de piel, ojos y cabello; nuestra contextura física; el lugar, fecha y hora de nacimiento; el nombre de nuestros padres, etc.

En resumen:

Existen varios libros en el cielo, donde están anotados los nombres de los justos, uno se llama “El Libro de la Vida”, Dios tiene la potestad de borrar los nombres anotados ahí. Además se registra lo bueno y malo que hacemos, las cosas buenas que dejamos de hacer, nuestros buenos o malos pensamientos y nuestras alegrías y tristezas. 

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