Se necesitan mujeres de principios firmes y
carácter decidido, mujeres que crean que realmente estamos viviendo en los
últimos días y que tenemos el postrer solemne mensaje de amonestación para ser
dado al mundo. Ellas debieran sentir que están ocupadas en una obra importante
de difundir los rayos de luz que el cielo ha vertido sobre ellas. Cuando el
amor de Dios y de su verdad es un principio permanente, no permitirán que nada
las aparte de su deber ni las desanime en su obra. Temerán a Dios y no serán distraídas
de sus labores en su causa por la tentación de puestos lucrativos y
perspectivas atrayentes, A toda costa, preservarán su integridad para sí
mismas. Estas son las que representarán correctamente la religión de Cristo,
cuyas palabras serán pronunciadas adecuadamente, como manzanas de oro con
figuras de plata. Tales personas, en muchas maneras, pueden hacer una obra
preciosa para Dios. El las llama para que vayan al campo de la cosecha y ayuden
a reunir las gavillas.Se necesitan mujeres cristianas. Hay un amplio campo en
el cual ellas pueden realizar un buen servicio para el Maestro. Hay mujeres
nobles que han tenido el valor moral de decidirse en favor de la verdad por el
peso de la evidencia. Tienen tacto, percepción y buena habilidad y podrían ser
obreras cristianas de éxito.
Todas las que trabajan para Dios deben reunir los atributos de Marta y los de María: una disposición a servir y un sincero amor a la verdad. El yo y el egoísmo deben ser eliminados de la vida (El ministerio de la bondad, p. 157).
La “una cosa” que Marta
necesitaba era un espíritu de calma y devoción, una ansiedad más profunda por
el conocimiento referente a la vida futura e inmortal, y las gracias necesarias
para el progreso espiritual. Necesitaba menos preocupación por las cosas
pasajeras y más por las cosas que perduran para siempre. Jesús quiere enseñar a
sus hijos a aprovechar toda oportunidad de obtener el conocimiento que los hará
sabios para la salvación. La causa de Cristo necesita personas que trabajen con
cuidado y energía. Hay un amplio campo para las Martas con su celo por la obra
religiosa activa. Pero deben sentarse primero con María a los pies de Jesús.
Sean la diligencia, la presteza y la energía santificadas por la gracia de
Cristo; y entonces la vida será un irresistible poder para el bien (El Deseado
de todas las gentes, p. 483).
Cuando las mujeres
creyentes sientan preocupación por las almas y por los pecados de los demás,
estarán trabajando en la forma como Cristo lo hizo. No considerarán demasiado
grande ningún sacrificio que deban realizar para ganar almas para Cristo. Y
todos los que sienten este amor por las almas, son nacidos de Dios; están
preparados para seguir en sus pisadas, y sus palabras y voz serán talentos
empleados al servicio del Maestro; el nutrimento mismo que fluye de la cepa
madre hacia sus propias almas re Huirá en forma evidente por los conductos del
amor hacia las almas que se están marchitando y secando.
En esta obra hay una fuente de educación constante. El deseo de llegar a ser una bendición para los demás pone de manifiesto la debilidad y la ineficacia del obrero. Éste lleva el alma hacia Dios en oración, y el Señor Jesús proporciona luz y su Espíritu Santo, y así se llega a comprender que es Cristo el que quebranta y derrite los corazones duros (El evangelismo, pp. 340, 341).
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