domingo, 18 de mayo de 2014

PROMESAS QUE SE CUMPLEN



Nuestro Dios no es uno que mienta, o se arrepienta. Lo que ha dicho y han profetizado sus siervos se cumple y se seguirá cumplimento en todo su detalle y perfección. Al hombre le falta fe para creerlo, por eso se desboca en la fantasía de su conducta errada. Cada generación y cada ente humano va a repetir probablemente los mismos errores del pasado. Nadie aprende en cabeza ajena y aún cuando se lo prometa a sí mismo, tarde o temprano caerá en los mismos errores si no es guiado por Dios.

Pareciera tan sencillo solamente creer en lo anunciado y aconsejado por Dios, pero siempre escasea la fe. La fe es una planta que crece bajo las circunstancias más adversas y se impone a fuerza de ejercicio y perseverancia, recibiéndola de Dios cada día, gota a gota, paso a paso por el desierto de la vida. Nadie puede cultivarla solo, porque no crece independiente de Dios. Tampoco Dios ha elegido que crezca espontáneamente, como hierba silvestre que abunda por doquier. Por eso es tan escasa, como escasa es la relación verdadera y constante entre el hombre y Dios. No porque Dios se canse, sino porque el hombre es inconstante y desespera y muy pocas veces persevera. Pero Dios esta siempre allí, listo para empezar o continuar la relación.

Y Dios lleva a su conclusión todo lo que inicia, de eso podemos estar seguros. Cumplirá sus advertencias, pero sobre todo sus promesas. A veces estamos más dispuestos a creer que se cumplirán todas las cosas de orden negativo relacionadas con la destrucción final de este mundo de pecado y de pecadores, pero nos cuesta aplicar la misma fe para creer todas las otras realidades infinitamente grandes, de orden positivo. Debemos recordar que la controversia del mal tendrá su fin, y en los siglos por la eternidad esta extraña ocurrencia de pecado será mucho menos que un minúsculo grano de arena en la inmensidad del mar. Mientras tanto el Señor se esfuerza desde ahora para asegurarnos que hará lo que ha prometido desde las edades eternas, porque nos ama.

Dios nos asegura que no se trata de un sueño, de un delirio, como los enemigos de la fe se empeñan en clasificarlo."Oidme, los que son traídos por mi desde el vientre",  "Yo hablé y lo haré venir, lo he pensado y también lo haré"."Pondré salud en Sion y mi gloria en Israel”. ¡Señor, necesitamos esa fe, para vivir desde ahora esa recompensa!.

Una promesa de Dios es una declaración que él se compromete a cumplir y de la que podemos depender con absoluta confianza.
Gloria Lozano-Castrejón


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