Nuestro Dios no es uno que mienta,
o se arrepienta. Lo que ha dicho y han profetizado sus siervos se cumple y se
seguirá cumplimento en todo su detalle y perfección. Al hombre le falta fe para
creerlo, por eso se desboca en la fantasía de su conducta errada. Cada
generación y cada ente humano va a repetir probablemente los mismos errores del
pasado. Nadie aprende en cabeza ajena y aún cuando se lo prometa a sí mismo,
tarde o temprano caerá en los mismos errores si no es guiado por Dios.
Pareciera tan sencillo solamente
creer en lo anunciado y aconsejado por Dios, pero siempre escasea la fe. La fe
es una planta que crece bajo las circunstancias más adversas y se impone a fuerza
de ejercicio y perseverancia, recibiéndola de Dios cada día, gota a gota, paso
a paso por el desierto de la vida. Nadie puede cultivarla solo, porque no crece
independiente de Dios. Tampoco Dios ha elegido que crezca espontáneamente, como
hierba silvestre que abunda por doquier. Por eso es tan escasa, como escasa es
la relación verdadera y constante entre el hombre y Dios. No porque Dios se
canse, sino porque el hombre es inconstante y desespera y muy pocas veces
persevera. Pero Dios esta siempre allí, listo para empezar o continuar la
relación.
Y Dios lleva a su conclusión todo
lo que inicia, de eso podemos estar seguros. Cumplirá sus advertencias, pero
sobre todo sus promesas. A veces estamos más dispuestos a creer que se
cumplirán todas las cosas de orden negativo relacionadas con la destrucción
final de este mundo de pecado y de pecadores, pero nos cuesta aplicar la misma
fe para creer todas las otras realidades infinitamente grandes, de orden
positivo. Debemos recordar que la controversia del mal tendrá su fin, y en los
siglos por la eternidad esta extraña ocurrencia de pecado será mucho menos que
un minúsculo grano de arena en la inmensidad del mar. Mientras tanto el Señor
se esfuerza desde ahora para asegurarnos que hará lo que ha prometido desde las
edades eternas, porque nos ama.
Dios nos asegura que no se trata
de un sueño, de un delirio, como los enemigos de la fe se empeñan en
clasificarlo."Oidme, los que son
traídos por mi desde el vientre",
"Yo hablé y lo haré venir, lo he pensado y también lo
haré"."Pondré salud en Sion y mi gloria en Israel”. ¡Señor,
necesitamos esa fe, para vivir desde ahora esa recompensa!.
Una promesa
de Dios es una declaración que él se compromete a cumplir y de la que podemos
depender con absoluta confianza.
Gloria Lozano-Castrejón
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